Mustio verano donde escarcha la luna,
vuelvo la página expectante
por descubrir misterios,
cascando rabias que galopan tus fauces,
donde estreno el latido, que incitas,
sin pedirme permiso.
Epitafio el silencio en telarañas de humo
por la trampa que lanzas.
Tiemblan los recorridos de mi tríptico
al atrapar preguntas no confesas
de ese instante perverso, clandestino,
donde intento mentirme.
Rasgas la piel con ingenioso arpegio,
el latido me reta, me suspende
agudiza el sentido más allá de las dudas,
en pendular nostalgia, un cisne cobra vuelo
entre ocaso y derrumbe.
Guardo la insensatez en los cajones,
despeino el rastro agudo que me repta
ladrón de entraña esquiva,
ignoro los hilos de tus redes,
... sólo este miedo absurdo.
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