Y eran ocho
las manos postergadas
de la cuna infeliz.
Sus cuarenta deditos
no sumarán
caricias.
Pudieron ser cuatro
los pares atados
de ombligos
sin cordones,
aprendices
sin tizas ni cucharas.
Bajo republiquetos
jardines,
hoy descansan
su hambruna
cuatro bocas
sin pezón.
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